Continuacion de Una dosis de realidad
Incómoda Noche
La noche fue más agobiante de lo que pensaba. Las primeras horas las pasé escuchando cualquier sonido que pudiera llegar a través de la puerta: risas, sonido de copas brindando, platos, música y más risas aún. Se notaba que Raquel estaba pasando un buen rato y eso en parte me hacía sentir bien, porque parece que la cena que había preparado para ella y el hombre que habia invitado a casa habia salido bien. Pero también me hacía sentir tan miserable, porque mientras él estaba disfrutando de la compañía de Raquel y muy posiblemente de su cuerpo yo estaba completamente atado en el suelo con unos calcetines sudados en mi boca y unos slips en mi cabeza, pero muy excitado. Y nada podía hacer porque el cinturón de castidad seguí ahí en el mismo sitio que cada dia desde hace varios meses, encerrando mi pene e impidiendo que ni siquiera tuviera una erección completa.
Al pasar un buen rato los escuche andar por el pasillo hacia el dormitorio de Raquel, mi mente imaginaba como él le agarraba el culo a Raquel, le acariciaba todo el cuerpo, besando sus pechos… y ella le correspondía y se entregaba a él con ganas consciente de que él sí podía satisfacerla como se merecía. Mi mente se imaginaba a él empujando a Raquel contra la cama hundiendo su miembro una y otra vez en el coño perfectamente depilado y húmedo de Raquel.
Sin embargo poco a poco debido a la incómoda posición en la que Raquel me habia dejado, las muñecas me empezaban a molestar y empezaba a notar un dolor en la espalda. Ya habia sido atado en hogtied otras veces pero esta vez era más tiempo del normal, no conseguía tener una postura en la que sentirme cómodo, probe a ponerme de lado, pero al rato el brazo en el que descansaba el peso de mi cuerpo empezó a pincharme. Entonces decidí mantenerme boca abajo.
Por un tiempo estuve bien en esa posición, hacía ya un rato que había escuchado como cerraban la puerta del dormitorio de Raquel por lo que solo quedaba total silencio. Al rato la saliva que generaba mi boca por tenerla llena con el calcetín empezó a molestarme, intente con mis dientes tratar de separar un poco el calcetín para que no estuviera tan dentro, pero con las tres vueltas de cinta aislante que Raquel me habia puesto era imposible. El agobio me hizo que empezara a sudar más de lo normal, y me costaba más trabajo respirar. Si bien podía respirar con los boxers que llevaba en la cara, no era lo mismo y la sensación de agobio se multiplicaba.
El tiempo pasaba, pasaba… los ruidos de la calle se iban atenuando... iba a ser una noche muy larga…
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