Sunday, January 31, 2016
Friday, January 29, 2016
Monday, January 25, 2016
Saturday, January 23, 2016
Friday, January 8, 2016
Wednesday, January 6, 2016
Monday, January 4, 2016
Saturday, January 2, 2016
Un nuevo nombre
Esa
tarde estaba especialmente cansado, había sido un largo y complicado
día en el trabajo. Pero eso no era excusa para Raquel, como cada día
tras salir de la oficina me dirigí a casa de Raquel para hacer las
tareas del hogar o cualquier otra cosa que ella necesitara.
El
cinturón de castidad me apretaba entre la piernas mientras conducía
hacia casa de Raquel. Ya hacía meses que lo llevaba puesto sin ni
siquiera unos segundos de liberación y la sensación de frustración
e incomodidad no habían desaparecido. El hecho de que tras tantos
meses el cinturón seguía mortificándome cada día, hacía que mi
frustración creciera aun más. El pez que se muerde la cola, un
ciclo sin fin que se repite día tras día.
Esa
tarde empezó como cualquier otra. Yo llamaba a la puerta de la casa
de Raquel, ella me abría la puerta y sin ni siquiera dirigirme la
palabra se iba a hacer lo que estuviera haciendo (hoy particularmente
era ver la televisión tumbada en el sofá).
Sin
perder tiempo, me quitaba mi ropa hasta dejarme solamente un tanga
(Raquel quería que mi culo estuviera siempre accesible por si era
necesario azotarme, pero ocultando el asqueroso trozo de plástico
entre mis piernas) y me dirigí a su habitación para recoger la ropa
que estuviera por el suelo.
-
Ven aquí un momento, que tenemos que hablar – dijo Raquel
-.
El
solo hecho de que me dirigiera la palabra era ya una novedad pues la
mayor parte de los días ella solo me dirigía frases cortas para
ordenarme cosas. Me estaba adiestrando para que me convirtiera en
invisible, para no molestarla con mi presencia mientras limpiaba,
cocinaba, planchaba,....
- He
estado pensando, hace cuanto que te puse el cinturón de castidad y
te convertí en mi esclavo? - pregunto Raquel -.
-
Hace 5 meses y 4 días mi dueña – conteste a Raquel
tratando de mantener la mirada baja, aun sabiendo que Raquel como era
costumbre solo llevaba su ropa interior, ese día en particular un
conjunto de braguitas y sujetador negro que yo mismo le había
comprado hace unas semanas y que había usado la noche anterior con
su cita.
- Me
he dado cuenta de que cada vez que te llamo tengo dudas. No creo que
en el estado en que te encuentras (y del que nunca te librarás)
–decía Raquel mientras con su
pie daba golpecitos en mis huevos- usar el nombre que
tenías antes, el que aparece en tu dni no sea lo mas
apropiado -.
-
Por supuesto que no señora, desde que usted decidió
convertirme en su esclavo mi nombre real ha dejado de tener sentido.
Silencio...podía
sentir la mirada de Raquel clavada en mí.
-
También esta claro, que ya que no eres un hombre,
porque yo te he arrebatado la poca masculinidad que te quedaba (si es
que alguna vez la has tenido) – nuevos golpeteos en mis huevos
para afirmar su frase con la clara evidencia que suponía el que mi
pene seguía encerrado en la diminuta jaula de plástico.
Otro
silencio más, después de 5 meses sirviéndola, sabía que estaba
cavilando una manera de humillarme todavía más. No era la primera
vez que lo hacía y no sería la última, ir haciendo que mi vida
fuera mas miserable semana tras semana.
-
Entonces, nombre de personas están descartados. Podría ser
nombres de mascotas...pero los dos sabemos que incluso un perro tiene
mas dignidad que tú -.
Instintivamente
mi pene empezó a crecer dentro del cinturón, de rodillas delante de
Raquel, traté de ocultarlo. Pero ella podía verlo, yo podía sentir
su sonrisa mirando como me destrozaba psicológicamente. Ella tenía
esa capacidad, la capacidad de hacerme pedazos sin ni siquiera
tocarme.
- Ya
esta!! Se el perfecto nombre para tí. A partir de ahora te llamas
Pringao -
- A
que suena bien?
- Si
mi señora.
-
Ahora repite esto: Mi nombre es pringao y merezco ser humillado y
vejado el resto de mi miserable vida.
- Mi
nombre es pringao y merezco ser humillado y vejado el resto de mi
miserable vida – repetí
bajando la mirada aún mas.
-
Repítelo otra vez, pero esta vez quiero que me mires a la cara
– me ordeno Raquel -.
Levante
la mirada y desde mi posición de rodillas desde el suelo, veía la
sonrisa de suficiencia de Raquel, esa sonrisa que dejaba traslucir lo
mucho que se divertía degradándome. Quería echarme a llorar, me
sentía tan miserable que me gustaría desaparecer en ese momento.
-
Mi nombre es pringao y merezco ser humillado y vejado el resto de
mi miserable vida – dije en voz baja, mientras no podía
contener algunas lágrimas -.
-
Como dices? -
-
Mi nombre es pringao y merezco ser humillado y vejado el resto de
mi miserable vida – dije esta vez mas fuerte y sin poder
contener las lagrimas –.
–
Muy bien, ahora sigue con lo tuyo... – me ordenó Raquel
completamente satisfecha después de haberme destrozado anímicamente
–.
–
Ahh... Quiero que conviertas eso en tu oración diaria. Lo
repetirás 10 veces por la mañana cuando te levantes y 10 por la
noche antes de dormir, de rodillas delante de un espejo y sin desviar
la mirada.
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